viernes, 7 de octubre de 2011

La lluvia en Buenos Aires, los adoquines, el parque Lezama a las seis de la tarde.
No hay nada que adore mas que caminar sin rumbo.
La lluvia y el mate, esa unión perfecta.
Hay una hora en que por las calles bajan promesas limpias y las horas son mediciones inútiles.
Y el bar aquel  resiste para que lo veas una  vez más, porque nadie sabe si volverá a verte.
Pero sabemos perdernos en avenidas sin dejar rastros,solos los cuerpos y la humedad vistiendonos de puerto.

2 comentarios:

Gastón. dijo...

Excelente, Maga, un beso.
(la foto también me gustó).

Nando* dijo...

Este me gustó.

Te comparto una Carta que le escribí a Cortázar, estando frente al rostro de un verde cronopio en Montparnasse.

Saludos!