lunes, 1 de agosto de 2011

La sal.

"La sal lo arruina todo" mi amiga Euge Scioli,el viernes.



¿Podrá mi olfato animal evitar tu aroma de tierra dormida?
Debería cubrirte de sal sobre la mesa, dejarte viendo las manchas de humedad de la casa un sábado entero(Seria tan hermoso tenernos un sábado entero)ponernos verdes de Cruz de Malta hablando horas y horas sobre todo, escuchando a ese amigo enorme y sabio que sabe jugar a la Rayuela. Quizás hasta oír nuestro tango...
Pero que perdida llenarte de sal y desdibujar esa sonrisa que me aferra a la vida, que difícil jugarse, soltar, barrer todo, empezar de nuevo.
El dolor en la cara de los chicos es intolerable, el olor a hospital sabe a sopa lágrimas y renuncias y queremos otra cosa para el mundo. Quedarse quietos es de cobardes, por eso apostamos todo al tiempo, vivimos hasta la raíz este momento.

Yo soy esa piedra que tanto respetas. Ese árbol que mil años antes tuvo tus arterias.
Caigo en la cuenta, en la gracia, en la certeza de quererte sobre la tierra, de protegerte de la sal de las ciudades, de besarte con letras y tinta, con el ruido de las teclas bailando en el teclado, con tu fiebre, con tus murallas(y las mías),con el frío, la búsqueda, la espera ; contra el vacío que implica que a veces no nos encontremos aun estando cerca pero mis manos están viajando hasta vos ahora,te despeinan,te besan despidiéndote como tantas veces.
Hay algo de desarraigo, algo de inmortalidad que nos reúne y estoy dispuesta a todo, hasta escuchar las voces que gritan en mi cabeza diciéndome que la permanencia es difícil de asir y sin embargo tan necesaria.
Te dejo que camines libre no necesito tenerte de otro modo, me arriesgo a contaminarte a cubrirte de sal y de mundo y te quiero libre. Camina las calles que conocemos de memoria, perdete mirando un árbol... tengo la sensación que estuvimos caminando en círculos hasta encontrarnos.

Imagen: obra de Anabel Piñeiro