miércoles, 16 de abril de 2008

Quien no quiere ser la Maga?



Este texto lo encontré perdido por ahí..., no conozco la autora, pero quien haya sido que lo escribió (su nombre está al pie del post) no pudo haber escrito algo mejor sobre lo que es este personaje. La idea es que lo lean..., de todas formas, es demasiado lindo el texto y no podía faltar acá.
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Todos queremos ser La Maga ¿Quien no se ha internado alguna vez en el mundo Maga? Ese mundo lleno de colores pasteles y aroma a café y tabaco, donde la mirada cómplice de esta mujer tan especial nos ha llevado por esos caminitos de Francia. Si alguien contesta que no, le recomiendo con toda las ansias de estos ojos lectores, que se metan en el Mundo Maga, en el Mundo Rayuela, en el Mundo Cortázar, y que se unten de esa magia inconcebible? Y La Maga se esconde, huidiza, espiando por la vidriera. Uno la busca con descaro, siempre simulando no estar esperando encontrar nada, a nadie. La Maga lo sabe, se divierte. La Maga es esa pequeña mujer de polleras gitanas, quizás, ojos de calidoscopio, sonrisa gatuna. Corazón distante, galopante, sincero, bruto. Nadie sabe porque la busca, esa necesidad de inocencia, quizás una simple simpleza. Nadie sabe nadie espera. Todos nos quedamos con un resquicio de ella luego de despegar los ojos de las páginas de Rayuela. Quien no ha intentado encontrarla, a la vuelta de la esquina. Quien no ha pasado un buen rato intentando saber que habrá sido de su vida. Quien no se pregunto de donde saco fuerzas para partir de esa manera, luego de que Rocamadour se hundió en una muerte silenciosa. Pero, ¿quien soy yo, al fin de cuentas, para ponerme a hablar de ella?, ¿Qué descarado derecho tengo? No lo se, pero debo decir, la busco, y a veces puedo encontrarla.La Maga vive, más allá de Rayuela. Cuantas veces, rodeada de esos fanáticos que no paraban de saltar de la tierra al cielo, me he tropezado con ella en palabras ajenas. ?Yo soy La Maga! Y vos sos Talita? me decía una amiga. En esos tiempos, alguien me había bautizado bajo el personaje de Atalía, era digamos, mi nueva identidad. Nunca me habían explicado porque, nunca supe que había de mi en ella, por lo cual tuve que sumergirme en Rayuela, ese libro que, tantas (TANTAS) veces quise leer, pero quien sabe, por una u otra elección azarosa a la hora de comprar libros, nunca lo había leído. Una vez bañada en esos mares cortazianos, pude entender, digamos, algo. Pero sin embargo, me preguntaba porque no podía ser La Maga. Me encontraba en sus pasos, en esa manera consentida de ver la vida. Me hallaba parada en el medio de la calle, al igual que ella, para mirar desde el medio de la calle una vista del Panteón a lo lejos, siempre mucho mejor que la vista que se tenía desde la vereda. Eran simplezas, vulgaridades, eran La Maga. Era Paris, tal vez. Era ella, quería ser yo. Pero de repente no era la única, muchas querían ser La Maga. No solo era yo, había algo mas, algo que nos atrapaba, pero ¿Qué era? Comencé a preocuparme. Y ahí lo descubrí, o presumí entenderlo. No era simplemente La Maga, otro eslabón se sumaba a esa cadena interminable de deseos y coincidencias: Oliveira. Abrí los ojos, y descubrí que ella era a través de los ojos de Oliveira. Claro! Como no me di cuenta antes! Todas queríamos ser La Maga de Oliveira, todas queríamos ese amor enfermizo, desdeñable y hasta descartadle. Ese amor que te consume, que te da como te quita las ganas de vivir. Todas queríamos quedar clavadas y sangrar en algún corazón, luego de nuestra partida irrevocable. Oh, resulto ser que todo se trataba del amor. Todo se reducía a vislumbrar ese camino en el cual se pasa de ser un estorbo inquieto en la vida de alguien, a ser ese gran amor que se perdió y no se deja de buscar en una vida entera. Todas queríamos ser la espina enterrada en la uña de algún Oliveira. Allí entendí, finalmente.La Maga, con sus errores, con su ignorancia a cuestas, con esa manera desdeñable y desordenada de vivir la vida, con su inocencia y despilfarro, se había convertido en la espina en la uña de cada una de esas mujeres que deseaban que alguien las amara así de fuerte. Pero de allí, aclarado el tema, surgieron mas cuestiones: ¿Que hombre se animaría a tener una Maga en su vida? ¿Son acaso esos amores que se buscan pero jamás se encuentran? ¿Cuántas veces hemos quedado en algún corazón dañado y no nos hemos enterado? Mientras, es posible seguir encontrándola. Por esos azares de la vida, la persona que me llamo Talita, aquel amor que me presto Rayuela, no existe mas en este, mi corazón. Por esas casualidades que jamás llegaremos a entender, el libro se partió a la mitad, y al pelearnos, sin querer, cada uno se quedo con una mitad del libro. Aun puedo encontrar a La Maga en esa mitad, inconclusa, que llega hasta el capitulo 22. Quien sabe, quizás, yo soy esa Maga, clavada en su uña. Como saberlo. Acaso, todos tenemos ese amor clavado aquí. Deberíamos conformarnos con que, todos los Oliveira, tienen a alguna Maga que no pueden olvidar. Y, tal vez, a veces podríamos ser ella, sin enterarnos. AUTORA: Nuria Fleita Zain