lunes, 18 de julio de 2011

Detesto despedirme


Tengo que irme de vos otra vez,elegir el beso discreto hasta verte de nuevo,saber que prefiero ni siquiera despedirme,saber que escribo esto y no digo nada,que el lenguaje ya ha fracasado en mi,que esto que escribo no es nada,ya no me oigo y es triste porque me falta tanto,siento que con estas palabras miento y aun así tengo que escribir siempre,no puedo hacer otra cosa mas que escribir y escribirte,quererte de lejos a un tiempo y de cerca a otro.

Junio inundo de peces mis acuarios,de escorpiones la lengua y me tendió una trampa de la que creí salir ilesa.

(Error Eliana.LLevas veintiséis años tratando de escribir algo que deje la poesía temblando en el asfalto.)


Pero llueve y es otra vez esta ciudad.
Soy tu lenguaje en horas secas,cuando te entregas al sueño y hablas de la lluvia,cuando somos dos
y no tres ni mil.

Pero vos estás del lado del bien, del lado de las algas cuando acarician los peces.
Con el viento que viene del río me adhiero a esta ciudad prestada,me invento motivos para continuar cada interminable día hasta verte otra vez.Y mi lista nunca es suficientemente buena,lo reconozco.
Nos crece musgo en los labios,parecemos espectros y me muevo,hago algo,como si de un gesto se tratase, como si de pasar una mano por esa cara que nos mira, como si de dar la palabra justa que anule la distancia que nos separa a uno y otro lado de una mesa, de una cama,de un hielo derritiéndose en el vaso.
Un poco. Y sigo tomando té por costumbre, empapándome de un vicio despreocupado y tan lleno de lluvia.
Como si de alojarme en un nuevo silencio se tratase.
Una valentía hecha de papel, frágil y llena de grietas, porque el después casi está escrito. Apenas. Como si de tocar el sol sin quemarnos se tratase.