jueves, 20 de octubre de 2011

Dos de la tarde

Con mis hermanas esperábamos una hora
después del almuerzo.
La falsa quietud
el sueño de la sobremesa.

La madera del piso crujía
con débiles gemidos
inútiles
inofensivos
incapaces de detenernos.

Afuera el sol torturando a los malvones.
Bebíamos agua de la manguera
como un ritual inocente
porque sabíamos
que una fuerza joven
secreta
nos crecía desde los tobillos
nos dejaba sedientas
corriendo desnudas
doradas
ardientes
hermosas.


Para la Tanna , Lu y Maga.