jueves, 21 de julio de 2011

laboratorio nocturno

Pido lo imposible, lo más inmerecido, lo que me atreví a hacer una vez, cuando él vivía: pido que sea su voz la que se asome aquí, que sea su mano la que escriba estas líneas. Sé que es absurdo y que es imposible, y por eso mismo creo que él escribe esto conmigo, porque nadie supo mejor hasta qué punto lo absurdo y lo imposible serán un día la realidad de los hombres, el futuro por cuya conquista dio su joven, su maravillosa vida.

Julio Cortázar. 1967



Foto tomada por el ojo perfecto de Maria Eugenia Scioli,en un lugar magico.





Dejar palabras desde las manos hasta los pies; hasta ser piel. Regalarte las palabras que todavía no escribí, y dejarlas sangrar por el costado de la ventana hasta llegar a la cama. Que sangren, que se oxiden, que vuelvan a morir y a nacer tantas veces.
Caminar y buscar más palabras para regalarte y para regalarme. Ir en busca de palabras abrigo, palabras abrazo, palabras dedos-ojos-boca.
Escribir sin sentido palabras y más palabras que completen la noche a solas entre colillas y hojas a medio escribir. Hay momentos en que faltan las palabras. Tanto faltan que las mataría, las rompería en mil pedazos y las volvería a armar. Y eso tampoco tiene mucho sentido, algo como buscarle el sentido al nudo en el estómago, a verte solo a vos, siempre, en medio de las personas, al colectivo que llegó tarde,  al teléfono que no suena, al calor que abre la puerta del patio, a los pañuelos en un bolsillo.
 A lo que prefiero negar.

Hubo momentos que fue más fácil escribirlas, otros decirlas, y otros -como hoy- que sólo podría ahogarlas en silencios que las hagan renacer. Y así tener las palabras para secarte los ojos y decirte que hay que mirar para adelante y seguir, para darte esperanzas, para amarte una y otra vez y no buscarle demasiado sentido al paso del tiempo.

1 comentario:

M dijo...

Si ésto lo escribiste vos, te aplaudo, me encantó.