lunes, 26 de diciembre de 2011

Las manos que alimentan

"Era ella exactamente parecida a una niña. Quería estar siempre conmigo. Intentaba seguirme por todas partes, y en mi viaje siguiente sentí el corazón oprimido, teniendo que dejarla, al final, exhausta y llamándome quejumbrosamente, Pues érame preciso conocer a fondo los problemas de aquel mundo. No había llegado, me dije a mí mismo, al futuro para mantener un flirteo en miniatura. Sin embargo, su angustia cuando la dejé era muy grande, sus reproches al separarnos eran a veces frenéticos, y creo plenamente que sentí tanta inquietud como consuelo con su afecto".(Herbert George Wells)



Dibuje en el bosque un circulo, ahí te espero
pido tus manos
que saben tanto del fuego.
Sola,sentada,espero.
Porque estas viniendo,muchos años antes de mi nacimiento
antes de mis teorías cíclicas
y tus viajes sin rumbo.
Antes de abortar mi voz
yo grite bien fuerte un nombre.

1 comentario:

David Cotos dijo...

Reflexivas palabras.