PuedoPuedo adivinar en que sitios
olerte
en
la
noche.
al azar
te escondesTe delatan los animales
de todos.
que te abren la carne desde las axilas
hasta el sexo.
Un sabor que perturba
los veo saciarse
roerte
mi mano se mueve espasmodicamente afilando un cuchillito
para comerte.
Insisten las liebres de la medianoche
en llenarte el estomago de flores silvestres.
Quieren tejerte una mortaja
con tu viejo pulover blanco.
No quiero volver de esta noche
quiero conservar los perfumes
que clasifique y etiquete en alcoholes
tu cara sonriente mirando la sal derramada.
Orugas carnosas
ondulan
en la ultima herida de mi tórax
tus ojos me observan
debajo de trescientos ojos.
Los animales están satisfechos;
ni después de probar
tu carne verde
tus perfumes
Ni siquiera después de maldecirte
de perderte
Ni aun así digo: odiarte.
Necesito protegerte
porque no puedo desmembrarme.
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