viernes, 21 de septiembre de 2007


Anoche te vi. Traías en tu mirada el temblor de un río manso, y una renovada nobleza, titilaba en tus pupilas.
El frió de la noche, castigaba la ciudad y mis huesos.
Pero te vi....te vi!!!, y mi armadura se derritió como el metal mas débil.
Te vi y mis entrañas se anudaron y mis sentidos proclamaron su alerta.
Sin embargo, ahí estaba la barrera.
Una barrera invisible, pero integra.
Solo tu y yo la advertíamos.
Lo leí en tu fugaz mirada. Lo leíste en mis lagrimeantes ojos.
Y aunque para el mundo, anoche solo éramos un hombre y una mujer igual a todos, aun en medio de aquel café, de aquellas penumbras, del humo de los cigarros y el ruido de las copas...Éramos únicos. Los únicos habitantes de un mundo.
Podría haber quebrado aquélla barrera con mis dedos... es tan débil!!! El orgullo en verdad; es un titulo estúpido de debilidad!! Débil..débil...
Sin pensarlo, quede inmóvil.
Sentí un sonido, un eco, alguien me llamaba desde mi pecho.
Tal vez sin darme cuenta, habías atravesado la barrera. Mientras lo oía desmoronarse, volvieron a mi el estremecimiento de esos besos que dudaron en mi boca, pero jamás murieron en la tuya.
Las palabras de amor que deje dormir, despertaron bruscamente ante la euforia de mi alma...estabas conmigo!!!
Y esa euforia inaudita, construyo el templo de ilusiones infinitas, encauzando el torrente de mi sangre, y su caudal se fortaleció con tu presencia.
Comencé a vivir el día inicial de nuestro destino.
Preparada para desgarrar esa barrera.
Dispuesta a callar a mi mente inquieta.
Y darte lo que fue nuestro, y de nadie

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